jueves, 10 de noviembre de 2016

Así con ese peso...

Era mediodía, estaba formada en la fila del pollo para los kilos que le compro a mis pequeños monstruosos perrunos. La pollería está en una calle principal con varias tiendas alrededor, por lo que siempre hay camiones repartidores estacionados, enfrente hay una panadería grande (no recomendable, el pan es más comercial y masivo), y justo estaban descargando unos pasteles.
De pronto todos los de la fila escuchamos un gritazo...
¡AYYYYYY! ¡Nos van a aplastar! - gritaba una señora.
Al voltear vi que la señora estaba sobre un bicitaxi, en sentido contrario al flujo vehicular, y el bicitaxi había quedado atorado entre el camión repartidor de pasteles y un camión tipo grúa que iba pasando por la calle.
El bicitaxista (jiji suena chistoso ese término), se bajó ágilmente de la bicicleta, y entonces la caja del bicitaxi donde estaba la señora sentada es la que se quedó atrapada entre los camiones.
La señora, de aspecto muy gordo, no dejaba de gritar, "¡La fatalidad! ¡Mi fin! ¡Jesús me libre de estos daños!¡Sálvenme!¡Auxilio!..."
Todos los que estábamos observando la escena desde el puesto de pollos nos reíamos. Una señora empezó a gritarle que se bajara, que sólo así iban a poder sacarla.
Pero la señora del bicitaxi decía que no, que no quería que su ropa se ensuciara, ni hacer una escena.
Comenzaron a sonar los cláxones, el bicitaxista reía y a la vez trataba de convencer a la señora de bajarse.
Finalmente decidieron levantar el bicitaxi entre los conductores de los camiones, un señor de una tienda, el bicitaxista y un chavo de la pollería.
Sus caras se ponían rojas del esfuerzo, la señora seguía gritando desesperada, decía que se le verían los calzones cuando la levantaran, eso provocaba carcajadas entre los hombres que intentaban levantarla y entonces no lograban nada.
Tardaron posiblemente 5 minutos en cargarla y mover el bicitaxi hacia atrás. Los pobres morían de cansancio, sudaban, reían, tronaban sus espaldas tratando de reacomodar la columna que había realizado un gran esfuerzo.
Finalmente cesaron los alaridos, la señora aplaudía y casi besaba al bicitaxista... se despidió de los hombres que la alzaron ondeando su mano cual princesa de festival de primavera, sonriendo y agradeciendo...

Así, una mañana más por esta ciudad-pueblo de extrañezas y torpezas.

domingo, 6 de noviembre de 2016

todo para su pan de muerto

Seguimos con el pan, tenía programada otra narración, pero aprovechando la fiesta de muertos, pues mejor continuemos con algo rico para nuestro paladar mental.
El año pasado había venido un rato a vivir la experiencia de muertos en el lugar, me comí un pedazo de pan de muerto y visité las ofrendas, no se me hizo nada del otro mundo, pero ahora decidieron invertir más en la única fiesta del lugar que no estuvo -hasta ahora- acompañada de los estruendos de pólvora en el cielo.
Todo comenzó el 27 de octubre, colocaron 2 carpas en el zócalo, las lonas de los grupos musicales y actividades que se sucitarían en los siguientes días. Por cuestiones de chamba, el show musical nos lo perdimos de inicio a fin, a pesar de haber estado a unos pasos de nosotros. Se escuchaba el murmuro de la música en el jardín, claro, acompañado de campanas de carros de basura, trailers que se desviaban del centro, y ladridos perrunos.
Pero logré ir, ya noche, a ver qué más había y ¡Oh sorpresa!... Pan de muerto a montón.
De azúcar con mantequilla, de nuez, de pasas, de ajonjolí, de canela, de guayaba, de piloncillo, de calabaza, con formas de típico pan de muerto, de patos (que parecían cangrejos), de peces, de pollos, de calaca.
Todos acompañados de atoles -cosa que yo no puedo tomar por mi intolerancia a la lactosa (graaaan decepción)-. De amaranto, maíz azul, canela, cajeta (bomba), rompope, fresa, chocolate, elote, almendra, etc.
Y tamales, donde vi a la señora de los tamales que siempre compramos, apuradísima y cansadísima, sólo alcanzó a decirme: ¡la veo el sábado señorita! seguido de un guiño de ojo.
Los años pasados había asistido a la feria del pan de muerto en Coyoacán, grande y llenísima, pero definitivamente, el sabor del pan de por acá, le gana a muchos panaderos de la Ciudad de México... mi lonja lo reafirma.
Así que pasé, con la estrategia de un colibrí, caminando rápido, abriéndome paso entre la multitud y probando pedacitos de los panes que ofrecían.
Así, compré de canela, de guayaba, de azúcar y de forma de pato que parece cangrejo y seguí mi camino muy sonriente a una buena cena de tragadera.
Pero claro, eso sucedió el 29, ya estamos a 2, y definitivamente ese pan no duró. Así que antier fuimos a reabastecernos, fuimos a una casa donde también hacen pan de muertos, varias casas hacen su pan de muerto, definitivamente todos muy buenos, mejores que en las panaderías. Le supliqué a la señora que hiciera pan de muerto por lo menos una vez al mes, para no hacerme atascarme cada año de pan por saber que se terminará, pero claro que me contestó entre sonriendo y entre "tirándome de a loca", que ni de chiste iba a hacer más pan, que ya estaba más muerta que los muertos de tanta amasada.
Ayer 1ro de Noviembre fui otra vez, ahora a ver las ofrendas, y encontrarme con la sorpresa que afortunadamente aquí no celebran Halloween, sino que el 1ro es cuando los niños piden su calaverita disfrazados en su mayoría de catrinas y catrines... Aunque sí hay jóvenes disfrazados de película de terror Holiwoodense. Lo interesante es que todos los niños se forman en las tiendas de abarrotes, panaderías y demás comercios del centro a pedir sus calaveritas, y todos llevan bolsotas o cubetas, porque se les llenan.
 ...
Pasaron otros tres días para poder publicar esta entrada, una caída, collarín en el cuello, mucho pan de muerto comido, la ofrenda levantada y bueno se fue otra celebración de muertos más. Aquí sin estruendos de pólvora en el cielo, sólo con neblina y un poco de lluvia.




sábado, 29 de octubre de 2016

Es como....¡Ufff, un sueño!

Eran como las 7pm, donde todavía oscurecía un poco más tarde. Se nos antojó cenar pan de dulce. Así que fui a la panadería que está al lado de la Iglesia principal. Como todas las noches, había una fila larga, niños, señoras, gente saliendo del trabajo y llevando muchísimas piezas de pan para su cena.
He ganado unos kilos de harina y mantequilla en estos meses, es inevitable echarte por las noches un rico panecito.
Como siempre, la indecisión de qué pan elegir... Hay conchas, polvorones, panqués, moños, ojos de buey, orejas, rollos de canela, piedras, ladrillos, cuernitos con higo, besos, cocoles, ojos, volcanes, pastelitos, rombos, pays, campechanas, donas, etc... Hay varios que yo llamo de una forma y cada panadero les pone diferente nombre, entonces es ver la vitrina y señalar el pan y luego decidir que si de vainilla, chocolate, canela, que si con chispas de colores, con mermelada de fresa o piña, con higo, con manzana, con nuez, con almendra...
Si tienes hambre o antojo, esas panaderías son la perdición y si tienes dinero no te compras uno sino hasta cuatro...
Pero bueno, ese día yo iba por cuatro, dos para mi, dos para él, ya había hecho mi elección mientras esperaba en la fila, viendo entre los huecos que dejaba la gente formada.
Un chavo como de unos 13 años estaba detrás de mi, sentía su ansiedad por pasar pronto. Y ya como a dos personas de que me tocara pedir el pan empezó a preguntarme cosas.
-Disculpe señorita, ¿ha probado este pan? ¿Es bueno? ¿Cuál es el más rico que ha probado?¿Cuál sabe mejor con café o con chocolate?
Noté su entusiasmo un poco diferente, que era un chavo con capacidades diferentes, especial. Y comencé a contestarle.
-La verdad yo creo que todos los panes saben ricos, pero depende de tus gustos, hay gente a la que le gustan los panes muy dulces, llenos de azúcar, otros a quienes les gustan los panes que hagan ruido al masticarlos, otros que sepan a canela o anís. Y pues todos yo creo que combinan con café o con chocolate. Pero es tu decisión.
Tocó mi turno, pedí mis panes y vi cómo su cara se iluminaba al ver de cerca la variedad de panes, en ese momento le preguntó a la señorita atendiendo que ¿cuál era el pan más rico? Ella contestó que le encantaban los panqués de nuez y las conchas rellenas de arroz con leche.
Entonces él dijo, es que sólo traigo dinero para un pan, sólo un pan en toda esta semana, porque esto es como ¡Uff, un sueño... el paraíso de los panes! y no puedo terminarmelo tan pronto.
Me gustó tanto lo que dijo que le di dinero para otro pan, le dije, disfruta hoy dos ricos panes, uno sólo hará que se te antoje otro más.
Escogió una dona de chocolate con chispas de colores y un cuerno relleno de higos.
Su cara de felicidad al darle una mordida a la dona fue impresionante... Una gran sonrisa llena de chocolate se dibujó en sus labios, un largo mmmmm se desprendió de su boca, casi tan sonoro como los estruendos de pólvora en el aire.
Todos a su alrededor sabíamos que de verdad lo estaba disfrutando...

Nota: Al rato iré a tomarle una foto a la vitrina para hacer un poco más antojable esta publicación.


viernes, 28 de octubre de 2016

sonidos1

Este blog deberia tener como nombre: Narraciones de un pueblo donde habito... O algo así. Pero tal vez lo mejor es dejar ciertas cosas anónimas. No poner nombres ni lugares y de esa forma evitar algún conflicto.
La vida me ha llevado a vivir en un nuevo lugar, fue un cambio muy rápido, no planeado, a diferencia de otras ocasiones en mi vida. Las situaciones nos movieron a este lugar. Un pueblo-ciudad en el Estado de Mexico.
Ya llevamos visitando frecuentemente el lugar por un año, pero desde marzo nos mudamos acá.
Comencemos:
Cuando me preguntan "¿Y cómo es el lugar?" yo respondo: Es ruidoso, muy muy ruidoso, pocas veces descansas del sonido de la pólvora explotando en el cielo... Aún no me acostumbro, cierro los ojos y doy un pequeño saltito con cada estruendo... Despierto, si estoy dormida, con una cara de NO es posible que tan temprano disturben al cielo y la naturaleza.
El lugar está lleno de rosticerías, tacos y panaderías... Realmente lo rescatable es el pan a muy buen precio y con sabor tradicional; y una heladería en el zócalo que aunque no tiene tanta variedad de nieves de agua, saben preservar el sabor de las frutas. Pero el pan no suena y los helados tampoco.
Debido a las rosticerías hay muchas pollerías... se escuchan las tijeras abrirse y cerrarse continuamente, son sonidos expertos, casi delicados a pesar de estar cortando huesos...
Tiendas de insumos para panaderos, verdurerías, fruterías, tiendas de abarrotes, tiendas de celulares, ropa y películas o mp3. El bullicio de la gente se escucha en las calles del centro.
También hay mucha basura, aún existen los pepenadores en sus carretas jaladas por caballos. Las campanas de sus caballos repican una y otra vez durante el día. Han de pasar 10 veces durante el día y a pesar de ello, la gente sigue tirando la basura a la calle o desafortunadamente la gente aún quema su basura.
Existen las tortillas hechas a mano, con maíz no transgénico. Las tortillerías con molinos, donde escuchas siempre el rechinar de sus máquinas.
Por las mañanas se escuchan otros sonidos que acompañan a los estruendos en el cielo. El lechero, el de los tamales, el del gas, el de las tortillas, el del fierro viejo, el afilador, las gelatinas, los nopales, las escaleras, los muebles de madera, el de los artículos de limpieza, el del pulque.
Y así comienzan miles de historias... Algunas las escribiré de lo que más o menos recuerdo, otras están más frescas en mi memoria.
Siempre acompañadas del sonido de la pólvora, dando ruido y dando luz a muchas palabras...